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¿Por qué Estados Unidos está solo?

La tríada del Departamento de Estado, la comunidad de inteligencia y el Departamento de Defensa colapsó con la elección de Donald Trump.

Mustafa Kibaroglu  | 07.02.2018 - Actualızacıón : 07.02.2018
¿Por qué Estados Unidos está solo?

Istanbul

Por Mustafa Kibaroglu

*Decano de la Facultad de Economía, Ciencias Administrativas y Sociales de la Universidad MEF en Estambul.

La portada de la pasada edición de la revista Time dice mucho solo con dos palabras: "America Alone” (América sola).

Los expertos seguramente comentaron sobre lo que, en su opinión, se pretende decir al público con esta breve expresión. Seguro hubo una plétora de explicaciones para abordar el tema desde varias perspectivas, que van desde las dificultades financieras que sufrió Estados Unidos durante la última década hasta una serie de problemas político-militares que enfrentaron en varios frentes, desde Oriente Medio hasta el Lejano Oriente.

La explicación de la portada es, en efecto, sencilla: la tríada que sirve al Gobierno estadounidense para coordinar su política de asuntos exteriores y de seguridad colapsó desde que Donald Trump fue elegido como presidente.

La tríada, que está compuesta por el Departamento de Estado, la comunidad de inteligencia y el Departamento de Defensa (incluido el Pentágono), parece existir físicamente cuando los miramos desde afuera, pero en realidad opera muy pocas veces.

El 8 de noviembre de 2016, cuando Donald Trump fue elegido como el 45 presidente de Estados Unidos, hizo una inusual declaración en la que les pedía a todos los diplomáticos de alto nivel que trabajaban en la administración Obama que renunciaran antes de la ceremonia de inauguración de su mandato, en enero 20 de 2017.

La “orden presidencial” fue tomada en serio no solo por los embajadores que representan a EEUU en más de 50 países alrededor del mundo sino también por una cantidad de diplomáticos experimentados que conforman la planta más alta del Departamento de Estado. Todos ellos dejaron sus posiciones en el extranjero, así como sus casas, y se fueron al retiro.

Además, para un amplio grupo de diplomáticos con carreras en desarrollo, que seguían a sus mentores en el Departamento de Estado, verlos renunciar fue como echarle sal a una herida.

La salida de cientos de oficiales en el extranjero con mucha experiencia y conocimiento asestó un duro golpe a la capacidad del gobierno de Estados Unidos para seguir su rutina diaria en términos de mantenerse al día con los desarrollos políticos, diplomáticos y militares en todo el mundo, especialmente en medio de un entorno internacional tan volátil y caótico.

Debido a la ausencia de la rama diplomática de la tríada, la oficina presidencial, en general, y Donald Trump, en particular, fueron excluidos durante mucho tiempo del flujo constante de las opciones políticas que solían cocinarse en las oficinas del Departamento de Estado en Washington DC, confiando en la materia prima recolectada por las representaciones diplomáticas en el exterior, y luego ajustada y servida por los principales diplomáticos cercanos a la Casa Blanca.

Debido a que los embajadores que renunciaron no fueron reemplazados por sus subsiguientes diplomáticos, el grave problema parece permanecer. Teniendo en cuenta cuán tan largo es el proceso para escoger a un embajador –la nominación hecha por el presidente tiene que ser aprobada por el Senado, que se toma días y semanas, si no meses– sería muy optimista pensar que el vacío en el servicio diplomático de EEUU será restaurado y llenado en poco tiempo.

Por lo tanto, y de acuerdo con más de 30 exdiplomáticos y en servicio entrevistados por la revista Foreign Policy, “al no ocupar numerosos puestos de alto rango en el Departamento de Estado, promulgando políticas a menudo incoherentes y excluyendo sistemáticamente a los funcionarios de carrera del servicio exterior de la toma de decisiones, la administración Trump está socavando la diplomacia estadounidense y poniendo en peligro el papel de liderazgo de EEUU en el mundo".

Un desmoronamiento similar también está siento experimentado en la comunidad de inteligencia de EEUU, que atrajo el antagonismo inicial, si no la enemistad, de Donald Trump desde el primer día, quien los enfureció al dar públicamente sus primeras conclusiones de que Rusia estaba detrás de la piratería informática y otras actividades destinadas a torpedear a su rival presidencial, Hillary Clinton.

Contrario a otros expresidentes, Donald Trump fue criticado fuertemente por el entonces director de la CIA, John Brennan, el 15 de enero de 2017, “por igualar las agencias de espionaje con la Alemania nazi" y "sugirió que (el presidente Trump) necesitaba enfocarse más seriamente en los problemas de seguridad que enfrenta la nación".

Así, desde que llegó a la oficina Oval, Trump no ha recibido informes de inteligencia diarios, que eran uno de los principales aspectos de las responsabilidades oficiales de los antiguos presidentes.

Para citar un ejemplo, George H. W. Bush, una vez dijo que el director de la CIA era la segunda persona, después de su esposa, a la que veía cada mañana y que los reportes de inteligencia diarios eran más importantes que el desayuno.

La ausencia de facto de la segunda rama de la tríada mencionada aquí tiene serias consecuencias para EEUU como poder global en la realización de sus políticas exteriores y de seguridad hacia el resto del mundo, que consiste en tener tanto amigos como enemigos.

Porque los reportes de inteligencia normalmente constituyen, junto con otros informes, los ingredientes clave de las políticas diseñadas tanto en el Departamento de Estado como en el Pentágono. Estos, luego de la eventual armonización por parte del personal directivo de la Casa Blanca y del Consejo de Seguridad Nacional, le muestran al presidente un espectro de opciones políticas.

Por lo tanto, no sería una exageración argumentar que, ante los ojos de Donald Trump, el Pentágono sigue siendo la primera y única institución respetada de toda la tríada, y la que, a su vez, aparentemente, domina todo el mecanismo de decisión de la Casa Blanca.

Esta es más bien una situación inusual, especialmente para los aliados y amigos de EEUU, muchos de los cuales defienden el principio del "control democrático de las fuerzas armadas" que ha ganado mucha sustancia en países desarrollados y en desarrollo en las últimas décadas.

Sin embargo, EEUU está experimentando lo opuesto y las Fuerzas Armadas -es decir, el Pentágono- parecen controlar las políticas del Gobierno a través de su influencia en el mecanismo de toma de decisiones encabezado por el 'comandante en jefe' Trump.

Las repercusiones de estos eventos inusuales en la administración estadounidense pueden verse en las palabras del expresidente George H. W. Bush, quien ve “el regreso de los sentimientos de aislamiento… olvidando que la seguridad de EEUU está directamente amenazada por el caos y la dispersión en lugares distantes, donde las amenazas como el terrorismo, las enfermedades infecciosas, las bandas criminales y el tráfico de drogas pueden emerger”.

A la fecha, el presidente Donald Trump no ha mostrado signos de reversar su actitud frente a los miembros del servicio diplomático y la comunidad de inteligencia de su país, resaltando la posibilidad de que la división entre EEUU y el resto de mundo siga aumentando.

No hace falta decir que el vacío en las políticas internacionales siempre está llenó de contendores como las potencias Rusia, China y la Unión Europea, así como las potencias medianas en varias partes del mundo, como lo son India, Brasil y Turquía.

*Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan la política editorial de la Agencia Anadolu.

*María Paula Triviño contribuyó con la redacción de esta nota.

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