Análisis

Las venganzas personales detrás de la renuncia de Hariri

La renuncia del Primer ministro del Líbano no tiene nada que ver con las rivalidades estratégicas o con el conflicto entre Irán y Arabia Saudita.

Abdul-Hussain  | 19.11.2017 - Actualızacıón : 20.11.2017
Las venganzas personales detrás de la renuncia de Hariri

Washington DC

Bahaa Hariri, el hijo del ex primer ministro libanés, Rafik Hariri, aterrizó en Washington en su jet privado en un lindo día de primavera de 2011. Muchos asumieron que Bahaa iba en nombre de su hermano, el primer ministro libanés Saad Hariri, quien estaba programado para visitar Washington y encontrarse con Barack Obama en junio de ese año.

Pero Bahaa no llegó para discutir negocios de su hermano. Él estaba allí para discutir sus propios negocios y explorar sus oportunidades como un líder que reemplazará a su hermano.

Cuando Rafik Hariri fue asesinado en 2005, estaba claro que su hijo mayor Bahaa lo reemplazaría. Más tarde, cuando Bahaa y Saad visitaron al rey Abdullah en Riad, Arabia Saudita, el monarca les dio instrucciones para que cambiaran sus roles: Saad tomaría el liderazgo político de su padre, mientras que Bahaa quedaría a cargo del imperio de negocios de los Hariri.

El acuerdo pareció funcionar en un principio, hasta que Bahaa le comentó a Saad que estaba planeando vender sus acciones del negocio familiar. Para mantener el control de las acciones dentro de la familia, Saad le compró su parte a Bahaa, pero a un precio tan alto que lo dejó insolvente mientras su hermano nadaba en efectivo.

Cuando Bahaa visitó Washington en 2011 -en la misma época en que la Primavera Árabe estaba emergiendo-, se reunió con algunos especuladores de Washington y personas con alto poder de decisión. Además, donó USD 10 millones al centro de pensamiento Atlantic Council para crear el Centro Rafik Hariri.

Después de unos días de estar comprando liderazgo en Washington, Bahaa recibió una llamada de Riad. “Aborde su jet ahora y salga de Washington", le dijeron a Bahaa. Él obedeció.

Mientras tanto, Saad tuvo que sentarse y ver cómo se hundía el imperio de su padre. Su compañía de contratación, Saudi Oger, sufrió malversación a gran escala y el gobierno saudí estaba reteniendo sus pagos. Para mantener sus negocios a flote, Saad visitó la región en busca de préstamos. El gobierno de Catar en Doha fue muy generoso al otorgarle un crédito salvavidas, mientras el libanés “líder de los suníes” trataba de encontrar la forma de mitigar sus problemas financieros.

Este verano, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos (EAU) lanzaron una guerra relámpago contra Catar, usando un comunicado emitido por el emir catarí Tamim bin Hamad Al Thani, en el cual supuestamente hace un llamado para mejorar las relaciones con Irán. Después se hizo público que la página web de la agencia estatal de noticias de Catar fue hackeada y falsos comunicados atribuidos al emir fueron posteados.

Al mismo tiempo que Catar, con la ayuda de Estados Unidos, probó que el portal fue hackeado, Arabia Saudita, EAU, Bahréin y Egipto anunciaron un “boicot” a Catar y presentaron una lista de 13 demandas que Doha tenía que cumplir, incluyendo el cierre de su agencia de noticias Al Jazeera.

EAU y Arabia Saudita entraron en una ofensiva diplomática, pidiendo a sus aliados que siguieran su petición y cortaran lazos con Catar. Mientras algunos gobiernos estaban obligados, otros miraron desde la barrera. Jordania, por ejemplo, retiró a su embajador, pero mantuvo abierta su embajada en Doha. Kuwait comenzó a actuar para cerrar la brecha entre las dos partes contendientes, al igual que países como Turquía.

En Beirut, un alto colaborador de Saad Hariri que me había comentado sobre el crédito de Catar para Hariri, también señaló que Hariri había mantenido su neutralidad. Estaba en lo cierto. Frecuentemente, Hariri evitaba hacer cualquier comentario sobre la crisis del Golfo y cuando lo hizo, dijo que esperaba que los malentendidos se solucionaran. Esta postura podría haber molestado a EAU, el líder de la campaña contra Catar.

El ayudante de Hariri también me dijo que Riad convocó a Saad y le ordenó que devolviera el dinero prestado a Catar y que ellos saldarían parcialmente parte de sus deudas.

En el momento en que se redactaron estas líneas, la información sobre el préstamo de Catar a Hariri era dispersa y contradictoria.

Sea como sea, Saad apareció de repente este mes en la televisión de Riad, leyendo un comunicado sobre su renuncia al cargo de primer ministro de Líbano. Hariri, quien regresó al poder de su país y había formado su gabinete en diciembre de 2016, menos de un año después, presentaba su renuncia.

La renuncia de Hariri se describió como que él estaba tomando una posición contra la influencia iraní en Líbano. Poco después, surgieron noticias sobre su arresto en Riad y los informes sobre su arresto domiciliario llegaron a manos del presidente francés Emmanuel Macron, quien se encontraba en una visita de Estado en Arabia Saudita y quien planteó el tema de la libertad de Hariri a altos funcionarios saudíes, ya que el primer ministro libanés lleva un pasaporte francés, además de sus documentos saudíes y libaneses.

Mientras Saad se encontraba en problemas en Riad, su hermano Bahaa no estaba perdiendo el tiempo. En Líbano, Bahaa estaba pensando en patrocinar una facción separatista del movimiento Hariri, bajo el comando del ex oficial de policía Ashraf Rifi. Mientras Saad deja de estar habilitado para ser primer ministro, su hermano Bahaa –quien goza de una excelente relación con los soberanos de EAU- podría reemplazarlo. A último momento, Rifi podría ganar un importante bloque parlamentario en las elecciones que están agendadas para mayo y convertirse en el primer ministro, mientras llega el momento en que Bahaa se convierta en un líder suní y pueda llegar a ese cargo.

El plan de EAU, Bahaa Hariri y Ashraf Rifi puede parecer fácil en el papel, pero en realidad para que un político se convierta en líder de los suníes, no basta con ser primer ministro de Líbano. Una multitud de políticos libaneses y sus sectas detrás están envueltos en uno de los panoramas políticos más complicados del planeta. La campaña presidencial de un presidente en Líbano puede tomar uno o dos años y el nombramiento del primer ministro, si no está incluido en el paquete de la elección presidencial, puede tomar el mismo tiempo. Ha habido momentos en que la formación del gabinete ha demorado dos años en ese país y eso se da cuando la mayoría de los partidos están de acuerdo con muchas cuestiones nacionales.

Desde la perspectiva de las facciones pro Irán en el Líbano –Hezbolá, el presidente Michel Aoun y el vocero del parlamento, Nabih Berri–, si Bahaa es cercano de EAU y, por lo tanto, del liderazgo de Arabia Saudita como oposición a Saad, quien mira de cerca a Catar, entonces las opciones de Irán son sencillas: irse con el chico que está más lejos de Riad. Bahaa Hariri podría conseguir que los saudíes lo empoderen como reemplazo de su hermano, pero Irán tiene todo un proceso de investigación para aprobar la selección del primer ministro libanés.

Se sabe que Bahaa Hariri ha sido y todavía se está promocionando a sí mismo como el hermano más agresivo. Si se convirtiera en primer ministro de Líbano, Irán y sus aliados, principalmente Hezbolá, estarían a la defensiva, dicen sus partidarios, lo que es otra razón por la que su acceso al poder en Líbano sería difícil, si no imposible.

La renuncia de Hariri no tenía nada que ver con las rivalidades estratégicas o el conflicto en curso entre Irán y Arabia Saudita, y tenía todo que ver con pequeñas rivalidades y vendettas personales, porque en este caso, la renuncia de Hariri no ha tenido ningún efecto sobre Líbano o su estabilidad, o sobre la situación entre Líbano e Israel.

A pesar de ganar la atención mundial, la renuncia de Hariri es simplemente un escenario personal para anotar más puntos, en el que él, Saad Hariri, parece ser la víctima.

*María Paula Triviño contribuyó con la redacción de esta nota.

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